viernes, noviembre 18, 2005

Televisión y violencia escolar


Los acontecimientos relacionados a la violencia en las escuelas de distintas sociedades contemporáneas (desde Columbine a Carmen de Patagones, pasando por numerosas escuelas argentinas, españolas, norteamericanas, o de tantos otros países), como otros acontecimientos tratados en los medios, nos obligan a una reflexión sobre el papel que los medios de comunicación puedan tener o hayan podido tener sobre estos hechos.
Las dos tendencias opuestas, polares o pendulares afirman: una que los medios, más aun hoy la televisión, ejercen una directa y gran influencia sobre el proceder y pensar de las personas, más aun de las más jóvenes, que, a su vez, forman sus criterios a partir de esa influencia; la otra insiste en la poca o nula incidencia de los medios sobre los acontecimientos que ocurren excepto en brindarse como amplificadores de las novedades globales.
Si nos ubicamos desde cualquiera de las dos posiciones estamos evitando ver y reconocer que la posible influencia, impacto o efecto de los medios de comunicación comprenden una relación dinámica de numerosos factores que hacen del hecho un fenómeno complejo. Entre esos factores debemos ubicar el intrincado mundo de cada persona en sus relaciones interpersonales, escenario cuyo tiempo y espacio ha sido transformado tanto como y desde las nuevas tecnologías electrónicas. La pertenencia a numerosos y diversos grupos sociales nos ubican desde la familia, el trabajo, el estudio, los amigos (que pueden coincidir con esos ámbitos), el club, el centro vecinal, la iglesia, el comedor, la clase social, etc. Tal vez, las políticas sociales deberían apuntar a estrategias que permitan que cada poblador pueda ver enriquecida esa constelación de relaciones en la mayor cantidad de grupos posibles y así no quedar expuesto al punto de vista de un sector o de la televisión o del ciber.
¿Qué es precisamente lo que hace una secta para dominar a una persona?. Generalmente, lo que hace, es alejarlo de las distintas opciones de interacción que la persona pueda tener fuera de la secta y que su visión del mundo y de la vida sea exclusivamente alimentado por una sola versión de las cosas.
A mayores fuentes, mayores posibilidades de contrastar las distintas visiones y formar criterios propios. Los padres deberíamos orientar a nuestros hijos a que establezcan las más ricas combinaciones en amistades y conocidos, apelando al reconocimiento de las diferencias y al conocimiento de realidades más allá de nuestro barrio o ciudad.
De todas maneras, se ha constatado la influencia que los medios tienen en imponer determinados temas para el conocimiento de la gente y para su tratamiento o discusión en los ámbitos de interacción. Es allí donde debe actuar la escuela no ocultando aquello que aparece en televisión y tratando esos temas en el aula, ayudando a los alumnos a descubrir las distintas facetas y visiones que de un mismo hecho se pueden tener.
Así evitaríamos el reinado de un pensamiento único mediatizado, que toma como palabra sagrada lo emitido por televisión. La que en definitiva es una mera empresa con un objetivo claro: el de obtener rentabilidad. ¿Cómo?, con los mayores niveles de audiencia, tentación de las marcas que pagan fortunas para contactarse simultáneamente con millones de teleespectadores.
¿Cómo? Con aquello que llame más la atención, reduzca los esfuerzos del pensamiento y simplifique la percepción de las cosas. Que pegue bajo con morbo, sexo e invasión a la vida privada. Para nada, el modelo de televisión imperante, se interesa demasiado por el análisis, la interpretación, la contextualización de los acontecimientos, la confrontación de fuentes, etc. ; algunos de los pilares del auténtico periodismo.

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